me gustaría pensar en cómo estoy,

pero ese camino siempre me acaba llevando al cómo estarás.

creo que te has convertido para mí

en lo que a veces me has dicho que otro fue para ti.

un interrogante.

pero no es tu culpa.

es solo que estoy llena de fantasmas.

esto es una botella en el momento previo a lanzarla.

cómo no, he vuelto a pensar en ti. en cuánto ha cambiado el logo de tu marca favorita. en la pizarra del falso secuestro sigue  llevando tu letra. en que dos gatos siempre son mejor que uno. en que me faltan diapositivas de tus últimos dos viajes y radiografía de tu próxima vida. en que ojalá estar enfadada pero no me sale. en que estoy haciendo las paces con un pasado del que no te hablé demasiado. en que aun sin poder besarte seré incondicional. en que sigo viviendo en una habitación de 3×3 pero ya nunca es un palacio. en que últimamente estoy durmiendo del tirón. en que necesitaría volver a la autoescuela. en que se me olvidó pulsar el botón mágico. en que gracias por la aventura. en que podría haber vuelto a cometer un viejo error pero simplemente no ha surgido. en que me ponía muy triste porque detrás de las mil chorradas asomaba el miedo a decepcionarte. en esa vez que nos reímos tanto, tanto, cuando unos niños vieron nuestras sombras en un trozo de tela. en que estoy dentro de aquel proyecto que me mandaste. en que he soñado contigo otra vez. en los dedos teñidos de rosa. en que tengo ganas de que pase todo esto.

feliz no aniversario. me pregunto si tú aún recogerás las botellas para leer sus cartas.

qué suerte que últimamente casi nadie lo haga.

te llevo calada en los huesos, clavada en los huesos, pendiendo del tiempo. miro adelante y no me imagino sin mirar atrás y volver a hablar del sur. miro atrás y no miro atrás. creo que el duelo es menos duelo porque me haces entender que todo lo que duele termina pasando. creo que no acabo de entenderlo.


a veces pienso que querer es una constante sin marcha atrás y que de no serlo no tendría sentido. qué cosa más loca la de no saber llevar el ritmo pero bailar constantemente por dentro.

¿realmente verbalizo demasiado o es solo miedo a no sentirte de vuelta?


¿estoy loca por saltar a precipicios? pero aún más lo estaría si en pleno salto intentase

ɐʇʅǝnʌ ɐʅ ɹɐp.

dejé de creer en los deseos de las velas y las estrellas fugaces el día que abrí los ojos y entendí que todo había cambiado. pero no siempre lo que queremos es lo que necesitamos y menos mal.

aún a ratos siento el descosido de la herida y a otros permito que me la cosas sin saber qué harás ni en qué sentido tirarás de la aguja. Y qué más da, cuando tú no eres ella y otra vez menos mal.

me avisaron del desastre después de que sucediese y aunque empiezo a conocerte aún no he estado entre tus cejas. cuéntame dónde has estado. ¿intentarías advertirme del incendio antes de la primera llama o esperarías a que también me convirtiese en humo?

me siento extraña cuando pienso en lo bonito de un t’estimo. quizás si aún creyese en velas y en estrellas fugaces pediría saber decirlo por hablar de sentimientos sin que diese tanto miedo (o ser a ratitos algo menos cobarde y el resto del tiempo mucho menos idiota).

Cada vez que verbalizo ciertos verbos

se convierten en humo,

si no en ruinas,

si no en una puñalada que recorre

en zigzag de izquierda a derecha

en línea recta de arriba abajo,

el punto justo del esternón en el que siento que todo duele cuando duele.

Pero los ojos no saben fingir

la bondad.

Pero tú miras con los ojos

de no haber roto un plato

con la conciencia de estar destrozándolo.

¿Debería comenzar a dormir

sin sobresaltos?

El tiempo sigue siendo extraño en mi cabeza.

Pero todo lo demás es extrañamente familiar.

Estamos aprendiendo a sanarnos.

Estamos gateando a ciegas.

Estamos aprendiendo a leernos en braile.

Estamos.

Me aterroriza tanto verbalizar los conceptos

que prefiero que seas tú quien lo haga

en su cabeza

por si acaso no abrazo al significado,

por si acaso me aterra el significante.

No sé si nos (…).

¿Tú sabrás si nos (…)?

desde que me hablaste de la belleza relativa de los sitios, no he podido dejar de creerte.

(no sé pero)

he descubierto que hay un punto absoluto en tu costado, justo sobre la cadera, en el que siempre hace sol pero nunca me quemo. es ese hueco en el que ni agobia mirar hacia atrás ni acojona hacerlo hacia delante.

tal vez solo estaba cansada de vivir huyendo.

antes habría querido construir allí un castillo, decorarlo con mil salas y amarrarlo. ahora, tal vez, si me dejas, un cabaña de palos que tú sientas como casa, que despegues a ratitos con los dedos y que aferres cuando más lo necesites.

(sigo sin saber pero)

desde que vives en mi cabeza no la tengo mejor amueblada pero la decoración, quizás, es un poco menos hortera, un poco menos fea, un poco menos yo, un poco menos fría. ahora es un poco más amable, bastante más sureña, menos tenebrosa, a veces más tú, siempre menos cobarde.

duele todo dentro y fuera y nunca es el día, nunca el mes, nunca el año, nunca la vida. agota y desgasta y rompe oír sobre la superación y nunca ser esa historia. tirar de la montaña y ser una sombra, siempre vacía, siempre invisible, siempre inservible. agrietar los dientes y destrozar las encías y que la falta de aire sea una caricia.

(que nada de esto importe.)

saber que todo irá a peor cuando se apaguen las luces.

Cada vez tengo más vértigo
y menos cuidado.
A veces pienso que debería
ser al revés,
pero soy más diabla que vieja
y por eso (me) consumo más
de lo que lo que (a)prendo.

O nos arrojamos o vamos a morir.

¿Sabes cuál es el eufemismo de tristeza?
Yo tampoco.

Quizás por eso me esté acostumbrando
a inventar uno diferente por semana.

El último,

ese dolor lacerante que me atraviesa el hombro izquierdo

tan a menudo,

la excusa perfecta para gritar

«mira este agujero,

un poco más al centro,

un poco más abajo».

Quisiera gritar las cosas viscerales que te haría,

ladrar salvajemente sin que hubiera luna llena,

ser Boza con sus fieras, Leiva con su llamada,

(niña descarada, adulta inquieta)

gemir en un colchón y sentir que sus bestias

no duermen bajo la cama y ahora bailan sobre ella

toda la noche,

todas las noches.

Quisiera arrojarlo todo y esperar que no volviera.

Pero un minuto de calma y me flaquean hasta las piernas,

me devora la ternura, siento una calma infinita,

me despojo de las armas, te recubro de algodones

en mi mente,

tramo formas convincentes de que pienses en quedarte

o al menos quieras que me quede

tal vez toda la noche,

tal vez todas las noches,

o al menos otra noche.

Pensé en un secuestro exprés sin posible rescate

y pactamos que sería el más sencillo del mundo.