Quisiera gritar las cosas viscerales que te haría,

ladrar salvajemente sin que hubiera luna llena,

ser Boza con sus fieras, Leiva con su llamada,

(niña descarada, adulta inquieta)

gemir en un colchón y sentir que sus bestias

no duermen bajo la cama y ahora bailan sobre ella

toda la noche,

todas las noches.

Quisiera arrojarlo todo y esperar que no volviera.

Pero un minuto de calma y me flaquean hasta las piernas,

me devora la ternura, siento una calma infinita,

me despojo de las armas, te recubro de algodones

en mi mente,

tramo formas convincentes de que pienses en quedarte

o al menos quieras que me quede

tal vez toda la noche,

tal vez todas las noches,

o al menos otra noche.

Pensé en un secuestro exprés sin posible rescate

y pactamos que sería el más sencillo del mundo.

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