Desvísteme despacio, que no tengo prisa

De repente,

recordé que tú también solías besar rápido

hasta que encontraste unos labios que intentaban detener el tiempo

a cada uno de tus latidos.

 

Los míos.

 

Pero no,  no significamos nada.

Tan sólo un motivo para frenar,

apenas el primer control de velocidad cuando sólo conducíamos por rectas,

cuesta abajo

y sin frenos.

Deja un comentario